Recomendados octubre 2014
Reinas malditas de Cristina Morató y El caso Bonapelch de Hugo Burel son los elegidos de este mes.
Reinas malditas. Cristina Morató
Las vidas de estas reinas distan mucho de ser un romántico cuento hadas. Aunque infinidad de películas y novelas nos han mostrado el rosto más amable de su reinado, fueron, en general, muy desdichadas. Todas tienen en común la soledad, el desarraigo, la nostalgia, la falta de amor o el sufrimiento por no poder dar un herede ro al trono. También comparten la dolorosa pérdida de sus hijos, los fracasos matrimoniales y el sentirse extranjeras en una corte donde no eran bien recibidas. Las suyas no fueron grandes historias de amor porque sus matrimonios eran asuntos de Estado. Algunas como Sissi fueron emperatrices en contra de su voluntad y enfermaron de melancolía, otras como Cristina de Suecia escandalizaron con su extravagante comportamiento y ansias de libertad. María Antonieta y Alejandra Romanov comparten un trágico final, mientras que la reina Victoria de Inglaterra y Eugenia de Montijo asumieron con extraordinaria dignidad su papel en momentos difíciles. A través de sus diarios personales y cartas familiares, Cristina Morató nos descubre el lado más humano y menos conocido de unas reinas y emperatrices maltratadas por la historia, que no pudieron elegir su destino. Excéntricas, caprichosas, rebeldes, ambiciosas… Más allá de un mundo de privilegios, riqueza y poder, todas fueron mujeres de carne y hueso obligadas a llevar sobre sus hombros la pesada carga de un imperio. “La corona de Francia es una corona de espinas”. Eugenia de Montijo, emperatriz de los franceses.
El caso Bonapelch. Hugo Burel
El 29 de abril de 1933, el poderoso industrial José Salvo es atropellado en plena calle por un automóvil y morirá veinte días después en un sanatorio. Artigas Guichón, el hombre que lo embistió, ha quedado libre. Pero todo Montevideo comenta que Ricardo Bonapelch, yerno de Salvo, casado con su hija María Elisa, fue el investigador del “accidente”, para que su esposa cobrase la herencia y él pudiera resarcirse de una serie de malos negocios que lo pusieron al borde de la ruina. El verano neoyorkino del mismo año, una agencia de detectives recibe un telegrama solicitando los servicios de un investigador privado para indagar en el caso criminal más resonante del momento en Uruguay. Se le encomienda a Guido Santini la tarea, por la sencilla razón de que él nació en Montevideo y luego emigró a los cinco años para ir a vivir a Brooklyn con su familia. Habla bastante bien español y se anima a realizar una larga travesía marítima para investigar el caso y rencontrarse con la olvidada Montevideo de su infancia. A poco de abordar un barco y dejar Manhattan, y luego de hacer una escala en La Habana, el novato detective vivirá una serie de contratiempos, a bordo del transatlántico Valdivia, que habrán de templar su espíritu y prepararlo para lo que lo espera en la capital sureña. Una vez que llega a destino, entiende dos cosas: no recuerda casi nada de la ciudad y el presunto homicidio que debe investigar parece un caso perdido. En Uruguay, hace tres meses que se ha instalado una dictadura luego del golpe de Estado del 31 de marzo de 1933. Gabriel Terra, el dictador, es amigo de Bonapelch y su poder parece cobijar al yerno de Salvo que, además de cazafortunas y vividor, tiene una característica notable: es muy parecido físicamente al cantor Carlos Gardel, su amigo e ídolo indiscutido del Río de la Plata.